Agilidad, escalabilidad, necesidades de negocio a largo plazo… hay muchas razones por las que dos migraciones a la nube no son iguales. En este artículo echamos un vistazo a los factores que debemos tener en cuenta antes de elaborar nuestra estrategia de migración al cloud.
Hoy en día, casi todas las empresas reconocen que necesitan transformarse para mantenerse competitivas en la era digital y ven (acertadamente) el cloud como el modo para conseguirlo. La flexibilidad y agilidad que la nube ofrece son el orden del día en tiempos de incertidumbre, pero mientras a muchos les gustaría echarlo todo al cloud y acabar rápido con el tema, no es tan sencillo.
A no ser que trabajes desde cero, deberás pensar cuidadosamente acerca de qué aplicaciones mueves a la nube y cuándo equilibrar las consideraciones heredadas con vuestros objetivos de negocio. El truco está en identificar dónde se puede asegurar un beneficio de la migración al cloud y qué cargas de trabajo son de prioridad baja.
Lo que está claro es que no hay una solución cloud de “talla única” para todas las empresas y que ninguna migración será igual. De hecho, la estrategia de migración a la nube adecuada variará – a veces considerablemente – según la aplicación.
¿Qué debes tener presente antes de dar el salto a la nube?
Planifica la migración a la nube
La migración al cloud puede ser un proceso complicado. No hay una solución “big bang” donde el cambio puede realizarse de la noche a la mañana y que esté todo en su lugar al día siguiente. De hecho, mientras algunos proyectos pueden completarse en un mes, no es extraño que se alarguen más de tres años, dependiendo de la complejidad del proyecto y el número de partes a mover.
Estas variaciones entre proyectos hacen esencial la planificación, que te permite saber a qué te enfrentas, entender todas las distintas dependencias de tus TI y evitar que te pillen desprevenido a mitad de proyecto.
De hecho, la fase de planificación puede llevar el mismo tiempo o incluso más que la migración en sí, como le ha pasó a uno de nuestros clientes – una gran empresa del sector de la construcción –. Después de pasar nueve meses planificando el proyecto, pudieron migrar 200 máquinas virtuales y 800 data center a Azure en seis semanas peladas y sin complicaciones.
Realmente sale a cuenta hacer los deberes.
Analiza tus aplicaciones
El cloud público, cuando es desplegado correctamente, es transformativo. Pero no es adecuado para cualquier aplicación. A menudo las empresas cometen el gran y costoso error de pensar que migrar a la nube se trata simplemente de mover servidores y aplicaciones a la nube pública. Es importante tener presente que para muchas aplicaciones heredadas el cloud público no conlleva un retorno de la inversión inmediato.
Aplicaciones públicas vs. aplicaciones internas
Por eso, un primer paso a la hora de analizar nuestras aplicaciones es establecer qué aplicaciones deben alojarse en cada una de las plataformas, dividiéndolas previamente en dos categorías: aplicaciones públicas y aplicaciones internas.
La capacidad del cloud de escalar con la demanda es una de sus claves de venta, particularmente para los negocios con aplicaciones dirigidas a clientes que reciben cantidades de tráfico variables y para aquellas organizaciones en pleno crecimiento de negocio.
La escalabilidad que ofrece el cloud público lo convierte en un entorno conveniente para los retailers de la fast fashion, cuyos sites pueden experimentar más de 40 veces los picos de tráfico normales en cosa de minutos. Pero no es necesariamente adecuado para las cargas de trabajo más estables de aplicaciones internas. Un error aquí puede haceros pagar más por funcionalidades que no necesitáis.
Centrarse en las aplicaciones y cómo aportan valor al negocio es esencial a la hora de realizar las consideraciones previas a la toma de decisiones. Solo respondiendo a las preguntas “por qué estoy haciendo esto y qué impacto tendrá” estará claro dónde deben ser alojadas.
¿Preparadas para la nube?
Antes de realizar cualquier migración al cloud, es importante evaluar vuestras aplicaciones para ver si están preparadas para la nube o necesitan ser rediseñadas. En caso contrario, correréis el riesgo de pagar más por una plataforma de la que no podréis sacar el máximo provecho.
Una vez determinado que el cloud público es adecuado, conocer en profundidad los tres grandes (AWS, Microsoft y Google) – cada uno con sus herramientas específicas – es otro factor esencial a tener en cuenta antes de tomar una decisión.
Otro cliente lo aprendió por las malas. Intentaron mover sus aplicaciones del data center a una gran plataforma cloud por ellos mismos, pero pronto descubrieron que era más caro de operar y no eran capaces de maximizar ningún beneficio. No fue sorpresa alguna que se retiraran rápidamente de la nube y volvieran a su antiguo data center.
Analiza tus fortalezas y objetivos
No cabe la menor duda de que el cloud público tiene un inmenso potencial transformador para la empresa, pero implementar y gestionar la plataforma puede suponer un reto incluso para los equipos TI más experimentados.
Esto es algo que descubrió recientemente una empresa fintech. A pesar de ser un negocio de rápido crecimiento, había descartado inicialmente mover sus servidores a AWS porque carecían internamente de las competencias que necesitaban para hacer la migración al cloud con seguridad. Pero, después de un proyecto de cinco meses centrado en diseñar la arquitectura de la solución y mejorar las competencias de su plantilla, ahora se encuentran en una posición que les permite gestionarlo todo ellos mismos confortablemente.
No obstante, aunque poseas las competencias internamente para dar el salto, puede que decidas que los esfuerzos de tu equipo son mejor invertidos en lograr los objetivos de negocio. Además, formar a la plantilla puede llevar mucho tiempo y costes elevados. De modo que, al final, puede que los resultados obtenidos por la migración no salgan a cuenta. Analiza tus objetivos, los recursos disponibles para lograrlos y los resultados esperados.
El camino al éxito en la nube
La migración a la nube requiere de un análisis detallado que debe llevarse a cabo antes de correr el riesgo, debe i incluir una revisión extensa de qué necesita la empresa y debe contener una buena dosis de realismo en términos de calendario, planificación y recursos disponibles.
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